Jose Polo y Toño Pérez son los propietarios de Atrio, uno de los mejores restaurantes de España con hotel de lujo incorporado perteneciente a la cadena Relais & Chateaux. Se conocían desde la infancia. Iban a la misma clase en el colegio el Brocense de Cáceres. Allí comenzaron a gustarse y en plena adolescencia con 16 años de edad, decidieron que lo suyo era amor de verdad. Desde entonces no se han separado, han crecido juntos, han creado un proyecto de vida y gracias a esa unión podemos disfrutar de uno de los mejores conceptos gastronómicos de España y del mundo. Cáceres se lo tendrá eternamente agradecido.
Dos estrellas Michelin, tres Soles Repsol, un hotel boutique de lujo y una de las mejores bodegas del mundo 43 años después del inicio de ese romance.
La Bodega
Unas escaleras guían el camino a uno de los mayores templos de vino del mundo. Unas estanterías de madera crean un circulo perfecto en su interior el cual deja a su espalda un pasillo circular donde se exponen los tesoros.
Aquí conviven las mejores referencias del mundo, el sueño para todo amante del vino, como para el propio José Polo quién comenzó esta colección de la nada, buscando y adquiriendo las mismas hasta conseguir la bodega actual de Atrio.
Romanée Conti desde 1987, con hasta doce añadas, once bodegas con su Clos de Vougeot, seis con su Chambertin.
23 añadas de Petrus, siendo la de 1947 la más antigua, 25 de Haut-Brion, 24 de Lafite-Rothschild, con la cosecha 1929 como más vieja, 27 añadas de Latour, 23 de Margaux, 42 de Mouton- Rothschild con etiquetas de los cuadros de los grandes artistas en las botellas.
La capilla del templo se trata de una pequeña habitación con la gran colección de ochenta añadas diferentes de Chateau d´Yquem. Entre ellas está la de 1806, botella protagonista de la historia de este artículo y de la del propio Atrio.
La historia
Año 2000. Casa de subastas Christie´s, una de las más prestigiosas del mundo. José y Toño adquieren una colección de veinticuatro botellas antiguas. Entre ellas, la mencionada más arriba, Château d’Yquem del año 1806. La adquieren por 20.000 euros. Es el más alto nivel en vino blanco.
Después de la subasta tocaba regresar a Atrio y preparar la bodega para semejante colección. Cada una de ellas iba en una caja de madera para ser expuesta. Los diferentes tamaños de las botellas de vino de aquella época, ya que se hacían a mano, provocaron el famoso infortunio. Esta botella de 1806 era más grande que las demás y su cuello quedó enganchado en la caja de madera. No había marcha atrás, el daño estaba hecho. La botella se rompió por la parte más fina provocando el derrame de parte de su contenido. El adhesivo de plástico que forraba la botella para preservar las etiquetas tan antiguas hizo de presa para que la catástrofe no fuera mayor.
Aquí comenzaba a escribirse una parte de la historia de Atrio. Jose y Toño contactaron rápidamente con la propia bodega y su jefa enóloga Madame Garbey, y con el famoso enólogo español Mariano Garcia de Bodegas Mauro.
La propia enóloga se dio cuenta de la situación y solicitó urgentemente el traslado de la botella accidentada a Burdeos, donde reside la sede de la bodega. Se necesitaba una botella nueva acondicionada perfectamente para que el vino no perdiera su esplendor.
Extremadura- Burdeos en coche
Desde Cáceres a Burdeos en coche con una botella de vino de 1806 rota, pero viajando con cuidados intensivos. El coche parecía una UVI móvil.
A las puertas de la bodega, Madame Garbey y su equipo, enfundados en batas de laboratorio blancas reciben a la botella herida. Se comprueba y verifica su autenticidad y comienza el proceso. La propia Madame realizó el trasvase de una botella a otra. Una botella que recoge un vino herido pero no muerto, y que no se llena por completo. Se había perdido casi media botella. Unas perlas de vidrio que no quitan sabor, ni propiedades al vino, hacen que el nivel suba hasta el cuello de la botella.
Madame firmó la botella corroborando el sello de recuperación con fecha de 25 de enero de 2001.
La botella se expone en la bodega, en la capilla habilitada para estas reliquias de Chateau d´Yquem. En la carta de vinos de Atrio con nada mas y nada menos que unas 400 páginas aparece esta botella recorchada en 2001 por el escalofriante precio de 310.000 euros.
Todo tiene un precio. Y esta edición de 1806 sin duda que tiene un valor añadido. Su historia. ¿Es el precio una forma de marketing o vale la pena probar ese caldo tan inaccesible?
A José y Toño a pesar del precio, no les importa quedarse con ella para siempre, porque es parte de su historia, de la Atrio, y porque no, de la de Cáceres.
Fotografía: DLM Magazine