Dunas de Formentera

Sentir el mar

Llegar a la isla de Formentera supone un revuelco emocional para mi, una especie de nostalgia donde los recuerdos y las vivencias se mezclan con el disfrute del momento. Fue en el año 2004, hace exactamente 20 años cuando pisé por primera vez una isla que aún mantiene el aura y el espíritu salvaje a pesar del gran crecimiento del turismo.

En Junio hemos conocido la gran apertura hotelera de este 2024. Dunas de Formentera es el fiel reflejo de lo que sentimos siempre al pisar la isla. Libertad, naturaleza, arenas vírgenes, y por supuesto el agua azul turquesa. Dormir entre dunas salvajes, despertar con el azul de fondo, irse a dormir con el cielo aún anaranjado. Alejado del ruido, del asfalto, y de cualquier interferencia que perturbe tu paz mental.

Adentrado en plenas dunas virgenes, en la playa de Migjorn, una de las mejores sin duda del mundo, y con una edificación de apenas dos plantas de altura y respetando la vegetación y el entorno que lo rodea, este hotel se convierte en el sueño de cualquier amante de Formentera.

45 habitaciones para relajarse y desconectar. Un lujo sencillo, donde el disfrute está en la propia naturaleza con el mar como invitado estrella. Y es que el fondo de pantalla de este hotel es siempre el mar. Desde cualquier rincón el “Azul Formentera” aparece en el horizonte.

Despertar y vislumbrar el colorido y mágico amanecer desde la propia cama, un desayuno a la carta (de los mejores que he probado últimamente) con los pies descalzos sobre la arena. La tumbona esta preparada en lo que para mí es la piscina con mejores vistas de la isla. 

Y es que en Dunas de Formentera el silencio se apodera del ambiente, la desconexión es palpable, tan sólo interrumpida por el sonido de las gaviotas. Un baño, una piña colada y un paseo de 2 minutos hasta la playa.

Migjorn es la base de esta Formentera de fina arena y agua azul turquesa.

El negroni del atardecer te hace reflexionar sobre el día, el sol desaparece poco a poco mientras la Lubina al horno ha llegado a la mesa. Es el momento en el que te das cuenta de que no has necesitado salir del hotel en todo el domingo. Y de la cena en su restaurante “Caliu”, a la cama. El dia siguiente comienza pronto con un paseo por las pequeñas calas que se forman en Migjorn. 

Escribo este artículo desde la terraza de la Suite 11, con una brisa especial de fondo y un yate iluminado en el agua que me indica que puede haber vidas mejores, pero no descansos como en Dunas.

No quiero pensar en que mañana es día de hacer el check-out. He sentido Formentera, he sentido el mar.

Gracias Dunas.